Pudiera estar su origen en la Biblia (Génesis 13:8 ó Efesios 6:23) y se ha incorporado al habla popular la expresión “Haya paz, hermanos” como fórmula utilizada para amansar los ánimos cuando se acercan al enfrentamiento entre varios litigantes, normalmente por parte de alguien con ascendencia y autoridad para conseguir este propósito. El ambiente en el que se desarrollan las relaciones entre personas y países no es el más propicio para la paz, teniendo en cuenta el cruce de intereses continuo que se da en una sociedad dominada por la economía y el control de los mercados. Se puede afirmar que todas las guerras pasadas, presentes y futuras, nacen de estos deleznables intereses económicos que los contendientes adornan con patriotismos y banderas para implicar al pueblo. El móvil acompaña las horas de los noticiarios, las horas que bullen entre la digestión y el sueño, las horas que, en los días en que estalló la guerra de Ucrania, se convierten en una trinchera de resistencia. Resistencia ante la barbarie y resistencia a considerar el horror como un producto más del consumo cotidiano con el que los medios de comunicación nos bombardean toda la vida y las redes sociales se hacen eco repitiendo consignas, bulos y argumentarios. Este poemario ha sido escrito a vuela pluma, con el teclado del teléfono ante la necesidad de aportar algo. Las ilustraciones han acompañado los desayunos antes de subirlas a Instagram y Facebook.