GRIETAS EN EL PARAÍSO
- Autor: MERCEDES FERNANDEZ
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 978-987-45187-8-1
- Nº Páginas: 258
- Encuadernación: Tapa dura
- Formato eBook: ePub
- Año: 2016
GRIETAS EN EL PARAÍSO ¿Es el Norte el Paraíso que nos venden? ¿Existe el Paraíso en algún lugar del mundo? ¿Quién decide y cuál es el verdadero rostro del poder? ¿Tiene ese poder nombre y apellido? ¿Quién coloca el sello en el pasaporte de los que llegan y decide quién se queda y quién no? ¿O el poder es en verdad, siempre, ominosa, impunemente secreto? Una masacre en un hospital será la primera de una serie de crímenes seriales que se producen en un Toronto multicultural en el año 2000, en plena afluencia inmigratoria. Ana Reyes, periodista argentina que trabaja en un diario de Canadá, y Sam Kolstack, jefe de detectives, se verán envueltos en una investigación vertiginosa en busca del o de los criminales. Pero eso no será fácil. Grandes movimientos de masas inmigratorias en busca de un lugar para vivir mejor. Dejar atrás hambrunas, persecuciones políticas o ideológicas. En medio de esa esperanzada respuesta a la oferta de un sitio donde recuperar la dignidad, esta historia exige cuestionarse acerca de las profundidades del poder invisible y los riesgos para la vida de quienes desconocen que muchas veces esa búsqueda implica. GRIETAS EN EL PARAÍSO es la primera de una trilogía de thrillers que tienen como protagonistas a ANA REYES y SAM KOLSTACK, una fórmula que se retroalimenta para continuar en la lucha emprendida contra la impunidad, la injusticia y el crimen. LA MARCA (LA NOVELA DE BORGES) y MUERTE EN NORTH PARK completan la saga, nuevos títulos con los que la autora logrará quitarnos el sueño. …………………………………………………………………………………………………………………………………………. “… A la detective la magnetizaba ver ese enorme corpachón convertirse en una clase de animal en acecho, perder referencias humanas y olfatear como una bestia en celo, mirar viendo cosas que nadie podía naturalmente percibir, rugiendo en vez de hablar. La presencia de sangre era el estímulo necesario para poner en marcha aquella instintiva y clásica capacidad deductiva. Y la química de este proceso hacía que Sam Kolstack hiciera gala de un humor de los mil demonios mientras transcurría una investigación, pues el mundo bien podía caerse a pedazos sin que le importara. A partir del momento en que las terminales sensoriales del robusto hombrón captaban los restos en el aire de la adrenalina que había soltado un asesino, sólo cabían en el mundo él y el otro. Y uno de los dos sobraba.”