Nací en noviembre, pocos meses después de que se impusiera en Cuba el régimen Castrista, con Fidel en gira por las Américas proclamando el sistema democrático de su revolución y prometiendo elecciones libres en dos años primero y en cuatro más tarde. Dicho así parezco anciano, aunque en realidad tengo los mismos años que el galo Asterix, las Barbie’s y la serie televisiva Bonanza. Mi nacimiento fue deseado y tan bien aprovechada la circunstancia que seguramente se reforzó en abril, durante el aislamiento obligado por las recordadas inundaciones del 59 que al Uruguay le cobró numerosas víctimas y que tuvo más de 40 mil evacuados, a lo que Treinta y Tres no fue ajeno, aunque sí mis futuros padres que permanecieron al abrigo del hogar los veinte días de intensa lluvia que asoló el departamento de Treinta y Tres. Tal vez de ahí, de la prematura experiencia con las inundaciones que anduvieron en mí con tan sólo un mes de gestación, perdure todavía mis encontronazos con el agua, ya que durante la rápida creciente del año 1998, una feroz tormenta me sorprendió en plena ruta 18, inmediaciones de Vergara, obligándome a abandonar el automóvil que conducía que minutos después quedó totalmente cubierto por la inundación, no quedándome otra alternativa que nadar varios kilómetros para salvar mi vida hasta llegar a las oficinas de Arrozal 33. Este libro también está vinculado con inundaciones y percances físicos ya que comenzó a ser gestado en el mes de mayo del año 2007, durante la convalecencia de un infarto que me obligó a permanecer inactivo durante más de un mes, oportunidad en la cual en departamento de Treinta y Tres sufrió la inundación más grande de toda su historia, creciendo el Olimar hasta lo increíble y llegando a lugares insospechados, dejando miles de evacuados que vieron seriamente dañadas sus propiedades con importantes pérdidas materiales todavía no recuperadas pese a la solidaridad de todo el pueblo uruguayo y de otros países. Nunca anduve el mundo, pero mi vocación encontrada en plena adolescencia llevó a que el mundo anduviera constantemente en mí. Escribo cuando me ilumino, lo que vale decir que vivo frecuentemente a oscuras, más, cuando lo hago mi única pretensión es iluminarlos. En EXPLICANCIONES desmenuzo algunos factores que fueron determinantes a la hora de la creación de algunas canciones que fueron escritas como pretexto para rescatar personajes, resaltar lugares, recrear vivencias, revivir momentos… Obligado por la premura del tiempo, es éste un libro surgido a destiempo pero con honesta intencionalidad. Ruben Eduardo Acevedo