Leo y escribo fantasía desde siempre. No recuerdo ninguna etapa de mi vida en la que en un cuaderno, en una máquina de escribir, un ordenador o un móvil, no tuviera una historia o alguna escena en desarrollo plagada de personajes y escenarios imposibles. Mi primer cuento está escrito a mano con el garabato torpe de un infante. Después mi padre me permitió el lujo de escribir el siguiente en su máquina de escribir, modernizando el proceso años más tarde a una máquina de escribir eléctrica y con el tiempo a su ordenador y años más tarde al mío propio. Siempre me ha fascinado escribir. Posar la atención sobre un personaje curioso o una escena interesante y desde ahí averiguar letra a letra cómo evolucionan sus historias. No puedo considerarme una gran contadora de historias, ya que solo plasmo aquello que veo ocurrir al detener la mirada en alguna posibilidad fuera del mundo tangible. Pero ahí quedan plasmadas las historias, a disposición de aquel que, curioso, quiera también asomarse a otros mundos repletos de posibilidades...