Ergo sum. Blas de Otero por sí mismo
- Autor: LAURA SCARANO
- Género: Ensayos y Biografías
- ISBN: 978-2-36783-000-1
- Nº Páginas: 350
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2012
RESEÑA de Carlos Loreiro, en revista DIABLOTEXTO, de la UNIVERSIDAD DE VALENCIA El presente libro, Ergo Sum. Blas de Otero por sí mismo, es un estudio exhaustivo de Laura Scarano sobre la obra de Blas de Otero (1916-1979) Hojas de Madrid con la galerna, que cierra la producción poética del bilbaíno. Escrito entre 1968 y 1977, HMcLG se compone de 306 poemas, de los cuales 145 fueron editados en revistas y antologías, por lo que tendríamos 161 inéditos, y el consiguiente trabajo recopilador de los anteriores cronológicamente, formando un corpus textual que, pese a que le faltó el acto último de ordenación del material por parte del poeta (careciendo así de estructura propia) sí que es posible leerlo bajo una ordenación en cuatro partes planteada por Sabina de la Cruz, viuda del poeta y gran conocedora de su obra, en un meticuloso esfuerzo de edición: la primera recoge los poemas compuestos en Madrid, a su vuelta de Cuba (más los textos escritos durante las dos operaciones de un tumor en Madrid y Barcelona), la segunda guarda aquellos que relatan el viaje a Bilbao y el reencuentro con la familia, y la tercera y cuarta los referidos a su regreso a Madrid, así como su reencuentro con el amor, la vida doméstica, etc., incluidos algunos de teorización metapoética. Asimismo, la parte final del poemario, «La galerna», se centra fundamentalmente en la descripción de sus estados depresivos, para los que utiliza un tono menor. Se trata de una obra abierta cuyo título indica una intención lectora deliberadamente fragmentaria, con el uso del genérico «hojas», que da a los poemas un carácter material, mundano, muy afín a la cadencia próxima al habla conversacional que Blas de Otero emplea en sus versos, eliminando el uso excesivo de la imagen y la metáfora, la puntuación, rompiendo los esquemas tradicionales del soneto, usando el verso libre y el versículo de margen amplio, etc., en definitiva, «p o e s í a b i e r t a» tal y como dice Otero en su afán por adecuar la palabra a la verdad histórica personal y colectiva, todo ello desde la serenidad y la sabiduría del poeta que avanza hacia una poesía autocrítica y heterodoxa, una poética del discurso social fundamentada en la escritura abierta y expresada desde un sujeto heteroglósico que conjuga el hablante individual con el colectivo. El trabajo de Laura Scarano (catedrática de Literatura Española Contemporánea en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar de la Plata, Argentina) viene a reforzar con su labor interpretativa el valor de una obra capital como es HMcLG, y lo hace incidiendo en las formas de autorrepresentación del poeta bilbaíno en su propios textos, algo que no solo supone evidenciar por parte del escritor una reivindicación de su nombre de autor bajo un contexto histórico muy concreto, sino que también implica tratar al autor mismo como material literario (como artífice que es de los contenidos lógico-materiales, ideas y conceptos encerrados en su propia obra), esto es, como referente físico susceptible de ser trabajado para la conformación de una idea coherente de lo que un autor es, así como su conceptualización basada en el resultado de una serie de operaciones y relaciones formales y materiales (gnoseológicas) con otros campos categoriales de la teoría literaria como es la obra misma. Para ello, Laura Scarano parte de la idea de «autografía», y la desglosa en dos instancias: el autos y el graphé: el yo y la escritura. Lo que se pretende con esto es resaltar el gesto social de autoidentificación con el que se sostiene la escritura del yo en primer plano, apoyado, como dice la autora, en la identidad de la firma y el nombre. Esto supondría para el lector el cuestionamiento de un producto que se antoja ambiguo al percibir borrosos los límites entre lo que es real y lo ficticio, debido al estatuto inherente del poema (que lo presuponemos ficticio por definición) y la presencia y constatación en él del nombre propio del autor, un ser humano que no solo existe físicamente, sino que además refleja una estructura psicológica en su obra y que objetiva en ella formalmente un sistema de ideas y conceptos determinado. Así, dentro de la noción del autos (desglosada en los términos “auctor”, “byos” y “alter”, correspondientes a los tres primeros capítulos) se plantea como primer término, el del “auctor”, esa doble instancia entre el yo poético (figura ficcional) y el yo en el espacio antropológico (real) como figura social e histórica, que en Hojas de Madrid con la galerna surge entremezclada en una llamada ficcionalización autobiográfica (encontraremos 16 metapoemas autoriales en HMcLG, de los 26 hallados en la totalidad de su obra). Para un análisis completo que ponga límites a lo que podría suscitar una confusión en el lector en el discernimiento de lo que es verdad y lo que no lo es, Laura Scarano analizará el término “autor” como concepto, ejecutando las operaciones y relaciones necesarias para conceptualizar la figura especialmente controvertida del autor en Blas de Otero. De esta manera, en el presente estudio, la profesora Scarano sacará a colación nociones como las de correlato autorial, auto(r)ficción o autorreferencialidad metapoética, para describir esa búsqueda deliberada por parte del poeta de un efecto de verosimilitud en su obra, producto de su autorrepresentación en el texto, coincidiendo su nombre empírico con el figurado en el enunciado poemático, y construyendo de esta manera mediante la combinación del componente metapoético y el autobiográfico, una imagen autorial ambigua y muy sugerente al jugar con los términos «metapoema autorial», «metapoeta», o el uso de la rúbrica autoficcional, usada para emular en el texto la firma del autor al final del poema, fechándolo incluso, lo que implicaría un acto muy fuerte de presencia física del firmante, es decir, una confirmación de la autoridad del escribiente (marca de una presencia enunciativa) que en ningún momento evita la referencialidad autobiográfica del nombre propio civil ligada a la identidad del yo. Por otra parte, desde el “byos” o «historia de mi vida», la ficción autobiográfica viene a ser tratada bajo los presupuestos de un discurso marcado doblemente por la dicotomía del espacio íntimo y público, y en el que su lenguaje significa al mismo tiempo “expresión y ocultamiento, testimonio y elusión”. El acto autobiográfico se funda en Blas de Otero desde la imagen de la «escena arcaica» reconstruida como “paisaje interior”, un topos del origen como combinación de episodios, imágenes, sensaciones o recuerdos funcionando como la unidad operativa de la memoria que despliega el autos, en un espacio que se concretiza en geografías de la infancia como el valle de Orozco (idealizado, íntimo) o Bilbao como paradigma de la relación contradictoria de amor y odio del poeta con la ciudad que le vio nacer, desde una dimensión social, política y cultural (pública), de la misma manera que sucederá con España en su doble vertiente reflejada en la disyunción gráfica (españa/España) refiriéndose a la naturaleza contradictoria de la «España» de los vencedores y la «españa» de los vencidos, simultáneamente objeto de amor y motivo de dolor. En este mismo itinerario del “byos” del poeta, otro elemento importante es el tratamiento del amor, de nuevo con referentes reales corroboradores de esa ficcionalización autobiográfica, en su doble faceta privada y pública: ese cruce de amor y militancia articulado en la doble instancia de la intimidad y la esfera civil, que confiere una dimensión profundamente política del amor, donde la mujer amada es también compañera, camarada en la lucha y el compromiso político en su implicación más humana. Ligados también al plano temporal, la enfermedad y la vejez real del poeta son recreadas en los textos bajo la categoría de una “poesía de la senectud”, que recrea el clima opresivo de la muerte próxima, utilizando tópicos terminales que sirven de oposición frente a aquellos de la juventud como podrían ser el tempus fugit, el carpe diem, etc. El tono empleado para el tratamiento de dichos temas es amplio: a veces irónico o humorístico, otras escéptico, y en ocasiones con reminiscencias de un cierto existencialismo abismático más típico de obras pertenecientes a etapas anteriores (pensemos en Ancia, por ejemplo). El último apartado de la primera parte estudia las implicaciones del “alter” en HMcLG, partiendo del neologismo oteriano «Yotro» como forma de negar el monopolio del yo y la individualidad como categoría cerrada, y articular su itinerario de intersubjetividad y alteridad simultánea. Este neologismo se refiere pues a la solubilidad del hablante individual dentro del nosotros, revolucionando así la figura tradicional del poeta y su correlato autorial hacia la consecución de un yo supra-individual, y cuestionando así la consistencia de quien dice yo. Esto está relacionado directamente con la figuración del llamado vagamundo por Blas de Otero como figura representativa de la colectividad social fruto de un deliberado distanciamiento autoconsciente, que empieza por negar un yo incuestionable, y que pretende avanzar hacia un proceso de objetivación del yo en otros como apuesta hacia una certera definición de la realidad, de socialización del acto poético. La segunda parte del estudio de Laura Scarano trata, desde la mencionada idea de “autografía”, la segunda instancia vertebradora del trabajo: la “graphé”, y lo hace desde tres enfoques: el poeta, el poema y la poesía proyectados en la escritura, atendiendo siempre al carácter metaficcional de la imagen o idea que el autor quiere transmitir de sí mismo, y que sin embargo invita al lector a establecer una relación entre la imagen textual del poeta y su imagen social. El componente estético daría además una forma determinada a la proyección de esa autoimagen, añadiéndole una ideología literaria y una ética de la escritura determinadas. Se trata a fin de cuentas de estrategias del escritor (tanto discursivas como sociológicas) que en la producción última de Blas de Otero se manifiestan en una serie de «figuras de poeta» a partir de tres núcleos: el del poeta como figura literaria, el poeta-lector y el poeta-escribiente, donde el primero se entiende como la construcción en la escritura oteriana de una contrafigura que pretende contrarrestar los excesos de la imagen clásica del poeta como ser mitificado y privilegiado, para apostar por una asimilación al hombre común, siempre fiel por otra parte a la defensa del rol político del escritor, que escribe «poesía con minúscula» desde una evidente función social. El poeta-lector, por su parte, apela a la formación por parte del literato de una tradición viviente adquirida a través de la lectura heterogénea de autores que constituirán su modelo futuro o herencia literaria, tomando y descartando unos y otros según sus filiaciones como lector. En este apartado la profesora Scarano hace un recorrido de todos aquellos autores que han servido a Blas de Otero como referentes constructores de su propia tradición, y cómo son a su vez incorporados en el discurso del poeta de forma más o menos explícita, creando además la figura del poeta-escribiente, que es recopilador y editor de textos ajenos mediante la reescritura y la polifonía, ya no como admirador sino como co-creador que, mediante el tejido de una trama intertextual, toma el lenguaje literario como herencia, y acaba reformulando las voces ajenas, aportando su propia expresividad en un acto de colectivización afín a la concepción multifacética y anti-academicista del poema simultáneamente como escritura en proceso, conversación oral fuera de retóricas y canto concretizado en la canción de cantautor que funde poema y cantar, capaz de llegar a un público más amplio. Por último, y ya de lleno en la poesía como objeto de praxis del poeta desde categorías como la metaficción, la metapoesía o la autorreferencia, Laura Scarano plantea el valor del metalenguaje, no ya desde la idea posmoderna de una noción de texto ilimitada por una red retórica infinita que, separando experiencia y discurso, acaba hipostasiando el texto y renunciando a pensar la realidad, sino como un “atajo” hacia la realidad misma, un acto polivalente de autorreferencialidad en busca del sentido que da razón al acto poético. Así, el lenguaje, lejos de reducir o agotar la realidad, es de hecho una herramienta de construcción de realidades, ya que está innegablemente determinado por elementos extra-lingüísticos materializados en la historia, la política, la sociedad o la literatura. Scarano utiliza así el término «autopoética» como clase textual para referirse a aquellos textos que poseen una clara dimensión autorreferencial, y que por tanto parten de unos principios estéticos que el autor hace públicos en un contexto intencional y discursivo abierto que promueve, desde una autorreflexión, a definir su propio estatuto de la poesía. El pacto lírico o crítico con el lector como estrategia poemática de acercamiento por parte del autor deriva de este acto autopoético susceptible de reflexión teórica, e invita al receptor a pensar en el hombre que cuenta su historia y su condición de escritor (su mundo referencial, sus preocupaciones estéticas, su programa ético...). Todo ello demostraría en definitiva que la poesía de Blas de Otero es a la vez un «acto de sentido» (una realidad material en la que se objetivan formalmente ideas que pueden analizarse en términos conceptuales, categoriales y lógicos) y un acto histórico que reivindica el valor comunicativo de la palabra y su magnitud social.