Firmo como EmeCé. No es mi nombre de pila, sino un alfónimo creado a partir de las iniciales de mi nombre. He elegido este alfónimo como pseudónimo porque dos personas que he conocido en distintos contextos, y que significan mucho para mí, me llaman así. Hace tantos años que escribo que no recuerdo mi primer escrito, pero recuerdo que en 6º de EGB el maestro de Lengua Castellana y Literatura nos encomendó escribir un texto libre. Una vez redactados, los compañeros votarían el que más les gustara, y los tres ganadores serían publicados en la revista anual del colegio. Mi texto fue uno de los premiados: escribí un microcuento. El maestro me dijo que estaba muy bien, pero que seguro que no lo había escrito yo. Aún conservo la revista. Reconozco que puedo parecer un poco despistada a veces, pero es solo porque transito a menudo por lares propios a los que nadie tiene acceso —a no ser que los convierta en literatura—. Caminé tanto tiempo por mi interior que empecé a sentir claustrofobia, y, así, surgió el Zurdo, que le da vida a todo lo que me nace dentro mezclado con lo que se cuela desde fuera. Sobre mis publicaciones no hay mucho que decir, tengo un blog, _Las palabras no se destruyen, se transforman_, y además he autopublicado dos libros antes de este, ambos descatalogados. El primero fue una novela, _Quimera_. Contiene erratas y errores gramaticales, y la expresión es bastante pobre, pero la guardo con cariño porque me sirvió para abrir las alas y perderle el miedo a las alturas. En estos años me he roto las alas varias veces, pero estoy aprendiendo a repararlas. Mi segundo libro, _Con vistas a tu interior y al mío_, publicado en 2016, es de microrrelatos y poesías. Poco después de publicarlo pensé que, por las prisas, me había equivocado, y que debía hacerle algunas modificaciones, empezando por el título. Y he aquí el resultado: _El roto y la descosida_, en el que he convertido los versos en prosa, eliminado algunos textos y modificado otros, y, por último, añadido nuevos textos.