Elena y los espejos
- Autor: Susana Margarita Santoni
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 978-987-42-5568-6
- Nº Páginas: 126
- Encuadernación: Tapa blanda
- Formato eBook: PDF
- Año: 2017
La voz de la poeta de “Esperanza de dioses y de lunas”, su primera obra publicada, no solo se asoma en la prosa de estos 14 cuentos, sino que además se luce. Santoni sabe cómo valerse de los recursos literarios y cuándo explotarlos al punto de interpelarlos. Nos despierta los sentidos. Logra que el aroma nos envuelva como si estuviéramos en el mismísimo mercado central; que ante el escalofrío de un personaje, se nos encrespe la piel. Nos permite escuchar como ruge una acequia, si se la oye sentado debajo de un sauce. Pero también, puede hacernos padecer la densidad de la rutina y sus ruinas. La autora de “Elena y los espejos” se da el lujo de trazar en el mapa de Latinoamérica sus itinerarios con la habilidad, por más ajenos que resulten a la experiencia del lector, de que sean claramente descritos como para que ellos puedan volverse espectadores de esas postales de las que preservó hasta los mínimos detalles. Nos da las pautas para componer de colores un aguayo; para imaginar las arrugas en los gestos de un rostro anciano; para remitirnos a la idiosincrasia desde otra época y, hasta, para imaginar cómo suena una lluvia. Su lluvia. Va del Titicaca, a la isla del Sol. De Copacabana al sillón de un living. De un patio mendocino a una calle de Tupungato. Y el lector, atento, sigue las coordenadas con la misma emoción de un verdadero viaje. Elige imágenes sencillas pero conmovedoras. Los ojos de Rocío brillan tanto que hasta cambian de color, escribe, por ejemplo. Se anima a condimentar los textos con lo excéntrico de las creencias populares, pero siempre desde el respeto. Al punto de que, en sus cuentos, la Pachamama es y se enuncia. Postura que también adopta ante los credos. Santoni es creyente y lo reafirma en la sapiencia y en la fe de su voz narradora. Logra componer oraciones como plegarias. También se anima a la fatalidad, pero nos expone sutilmente. Elige estratégicamente hasta los nombres de los personajes que protagonizan estas historias. No sonaría igual la campanita de cristal, si su dueña no se llamara Soledad Sarazúa. Con eso demuestra que sus textos tienen un trabajo de artesano.