Ambientada en los meses inmediatamente previos a la Guerra de la Independencia española, narra el acelerado proceso de maduración de un joven hidalgo que debe afrontar situaciones y peligros para los que su confortable existencia -protegida hasta entonces por los privilegios de su clase- no le había preparado. Don Álvaro, el protagonista, se convierte en un personaje paralelo a los cambios que ya empezaban a producirse con los primeros temblores que acabaron derrumbando el Antiguo Régimen en España, terremoto apenas percibido por sus coetáneos en aquellos momentos cruciales en los que las tropas de Napoleón cruzaban el Bidasoa casi sin hacer ruido. Sin proponérselo, el protagonista se ve envuelto en una insensata conjura que pretende darle una bofetada a la Historia, apareciendo en escena los verdaderos protagonistas de aquellos sórdidos sucesos acontecidos en el más inoportuno de los momentos. La novela pone de manifiesto como personajes que no han existido para las crónicas oficiales pudieron jugar un papel crucial en los momentos más trascendentes y como la ciega ambición de unos pocos precipitó a los españoles, en clara desventaja, a una terrible guerra cuyas consecuencias padecieron durante todo el siglo XIX, parte del XX y es posible que todavía quede algún rescoldo de aquellas desgracias. Espías, conspiradores, amantes, aventureros, clérigos corruptos, asesinos a soldada, gobernantes sin escrúpulos y una extensa nómina de personajes reales o hijos de la imaginación se dan cita en esta novela que traslada al lector a esa época, sus costumbres, la mentalidad y valores morales de entonces y hasta el lenguaje, pues recurre al juego literario del libro escrito entonces y hallado ahora.