Paris, fines del siglo XIX, un joven pintor de talento llamado Philippe Vendôme llega a la ciudad luz en busca de realizar sus sueños de convertirse en un pintor de talento y pintar como un tintoretto, con la magia del cuatrocientos italiano. Se muda a Montmartre y frecuenta cafés y boulevards repletos de hermosas damas y jóvenes pintores que pintan retratos por unos pocos francos. La vida se le antoja estupenda, al fin es libre de sus tutores y puede hacer lo que más le gusta que es pintar. Perfecciona su técnica pero sus cuadros no le dejan satisfechos, y uno a uno los esconde para que nadie pueda verlos. Una mañana de lluvia le visita una misteriosa Mademoiselle de la alta sociedad parisina pidiéndole que pinte un retrato mural de una foto de su enamorado: un anónimo militar de rostro vulgar. Philippe se niega por diferentes razones pero la dama insiste, le ruega que pinte el cuadro. Regresa todas las semanas ansiosa por ver la obra finalizada. Dice llamarse Francine Boulegne. Subyugado por su belleza y misterio, el demora el trabajo solo para volver a verla y averiguar dónde vive, quién es. Pinta al vulgar enamorado de la joven pero paralelamente pinta otro retrato secreto: el de Francine, convertida en una Venus de Bottichelli. Una tarde sigue su carruaje y descubre que la joven llamada Francine Boulegne está en el cementerio de Paris, descansando en una tumba olvidada. Su tía así lo asegura, diciéndole que quien fue a visitarle a su taller es una impostora, alguien que desea hacerle una broma. Pero el fantasma regresa y esta vez el pintor descubrirá su misterio.