Esta novela habla de la relación entre un pintor retirado y su entrevistador: uno vuelve a pintar aguacates, mientras el otro encuentra en ellos un camino para descubrir la parte mexicana de su identidad. Silvano consigue su primer trabajo remunerado a los treinta años, a pesar de haber iniciado varias carreras universitarias. El empleo consiste en escribir la biografía de un pintor exiliado en México que vuelve a España, a finales de los años ochenta, sin ninguno de sus cuadros. A la familia le interesa recuperar toda la obra y por eso decide contratar a un entrevistador. Para el pintor repatriado, Pedro Feito, los aguacates son un talismán. Para Silvano son los recuerdos de las figuritas de huesos que su madre, de joven, vendía en mercadillos callejeros. El encuentro sirve para que ambos se conozcan y vuelvan a sentir el pálpito de la vida. En El pintor de aguacates se cuentan historias de buenas personas que viven y sobreviven en un mundo colmado de cotidianas crueldades.