Los cuentos de Jorge Sagrera contienen esos tres elementos esenciales que uno de nuestros mayores cuentistas utilizó para dar título a su libro fundamental. La locura, el amor y la muerte están presentes, son naturales, en los once relatos que componen El ojo del ciclón. Se podrá argumentar que esto viene sucediendo desde el Cantar de Gilgamesh hasta nuestros días; y es cierto. En definitiva, las anécdotas se repiten sin cesar. Lo único que importa es la habilidad del narrador, su astucia para lograr algo diferente de lo ya sabido. La clave es la palabra, y Jorge Sagrera conoce esa clave. Sin ripios, por medio de una escritura ajena a los golpes bajos y a los lugares comunes, pone del revés la locura, el amor, a la muerte. Y, con esa seductora destreza de la que hacían gala los antiguos narradores, recrea nuevas fábulas y moviliza perturbadoras historias; para goce o para inquietud de quien las lea. Vicente Battista // Prisioneros en la precaria calma del ojo del ciclón, los personajes de Jorge Sagrera viven la vorágine de sus historias, sus propias tormentas íntimas. Mi nueva casa está enclavada en la ladera de una montaña. La parte oeste, el fondo, se encuentra casi contra la mole de piedra; uno sale al patio y se topa con una especie de muro, un tapial infranqueable. Algunos de ellos quedarán atrapados “contra la mole de piedra”. Otros saldrán y serán novela, con nombres nuevos, con otro tono, pero siempre fieles a sí mismos: dudosos, enamorados, amigos leales, amantes de la belleza, preocupados por descubrir y descubrirse. Un regocijo para el espíritu este libro de cuentos. Marta San Martín