El libro de Ismael, no es cualquier libro. Es el libro donde vive, crece y piensa un joven aprendiz de pirata pelirrojo-pelopincho, llamado Ismael y todos sus amigos. Esto no tiene nada de original. En un libro de piratas es común que así sea. Sin embargo, lo que Belén Alonso de Santiago nos descubre en este relato, es lo que todos de alguna manera sospechamos: los personajes de los cuentos están vivos y aún cuando el libro está cerrado, sus aventuras continúan. En el Libro de Ismael, todos los personajes saben que fueron escritos por alguien, y que sus aventuras y emociones forman parte de un relato, saben existe una vida real y una de fantasía, que es la que habitan. Pero sobre todo, los personajes de este relato saben que todo lo que allí ocurre, sucede porque alguien lo escribe, y que no siempre están de acuerdo con su creador. En El libro de Ismael, por ejemplo, cuando la autora omite escribir la conocida frase “Barco a la vista”, la vida de Ismael, cambia. Ningún pirata puede ser un verdadero pirata, si no hay un barco que abordar, razón por la cual Ismael, se revela, abandona el barco, y sale en busca de la cremallera del mar. Si la encuentra, podrá abrirla y pasar a formar parte de la vida real. Esta decisión hace que Ismael pase de una historia a otra y conozca a célebres personajes de otros relatos, entonces se suceden situaciones increíbles, maravillosas, peligros, tentaciones o terror, hasta llegar a la cremallera. Pero, ¿quién está seguro que la vida real es la otra y no la que viven dentro de una historia sus personajes? Esta entrada ha sido escrita por Jackeline de Barros (Revista Babar)