Al comisario Roncero siempre lo escamó que un agente de Inteligencia le birlara un caso de un modo tan poco ortodoxo. Sus sospechas se confirmaron cuando desde el Ministerio de Interior se le comunicó que allí jamás se había dado esa orden, ni habían enviado a ningún funcionario, saltándose los protocolos. Ahora, cuatro años después de aquello, el cuerpo de aquel falso agente ha aparecido con evidentes muestras de tortura en la habitación de un hotel. Todo habría pasado desapercibido de no ser porque aquel asesinato lleva la firma de la camorra napolitana. La investigación llevará al comisario en busca de un misterioso obispo que protagonizó aquella investigación cuatro años atrás, convencido de que había sido él quien había urdido aquel plan que lo apartó del caso. Lo que no imagina es que esas pesquisas sacarán a la luz una historia de intrigas y espionaje en torno a un legado ancestral por el que pugnan algunos bastiones de la Iglesia, así como sectas radicales e incluso la logia masónica a la que el obispo pertenece, destapando al mismo tiempo una megalómana conspiración encaminada a colocarlo en lo más alto de la Iglesia. Pero todo depende de ese legado que lleva escondido cincuenta años, y que el obispo no está dispuesto a entregar.