Mark Twain fundó con «Los diarios de Adán y Eva» una intrigante y original forma de comprensión de lo divino. Georges Perec, Cortázar, Bolaño y, en esta ocasión, Ruiz Cediel, apostaron por el juego literario y la emoción como método de interacción entre las personas, los personajes de ficción y la realidad. «El laberinto divino» pone voz y colma de sentido a “los nadies”, esos seres anónimos que la Historia con mayúsculas no suele tratar con generosidad. Además, es un conmovedor homenaje a las víctimas del 11-M en Madrid. Narrativa de máximo nivel y en estado puro, poniéndose a la altura de los grandes creadores.