Reseña: Avís, cerca de Lisboa, enero de 1428. El pintor flamenco Jan Van Eyck, comienza el retrato de la Infanta Isabel de Portugal, hermana de Enrique El Navegante, por encargo de su señor el Duque de Borgoña Felipe III, El Bueno. De la ejecución de esta pintura dependerá la posible alianza entre los dos reinos. A pesar de la resistencia inicial, finalmente Isabel accede a ser retratada, luego de imponer sus condiciones al pintor flamenco y sus ayudantes, ante la mirada atenta de la corte Portuguesa. Solo una pintura perfecta podrá evitar que terminen cargados de cadenas o en el mejor de los casos expulsados de Lisboa. El rey de Francia, en guerra con Borgoña y Flandes, intentará mediante secuestros, sobornos y asesinatos, impedir el retrato de Isabel y ese futuro matrimonio, mientras conoce a quien lo llevará al triunfo final, Juana de Arco. Van Eyck, un genio adelantado a su época, sienta en Brujas, la ciudad más prospera de Europa, las bases del renacimiento en la pintura, cincuenta años antes de que ocurra en Italia. Su talento combinado con el desarrollo de los pigmentos al óleo, el retrato y la perspectiva, junto a una obsesión por los mínimos detalles, construirán una leyenda que continua hasta nuestros días.