Mark Murdoch es un despiadado asesino en serie que tras dejar un reguero de víctimas en la ciudad australiana de Townsville, se traslada a Barcelona, donde logra mimetizarse y vivir como un ciudadano cualquiera; es un depredador que secuestra a mujeres de entre treinta y cincuenta años, y que durante varios días las tortura salvajemente, para finalmente abandonar sus cuerpos en lugares públicos, casi siempre cerca de una fuente. Sus conocimientos médicos le llevan a prestar auxilio en un accidente de tráfico y, de forma totalmente fortuita se revela su identidad, hecho que desencadena su detención. Tras un período en el que permanece preso en la cárcel Modelo de Barcelona, se atiende la solicitud de extradición presentada por el gobierno australiano y, es durante su traslado al aeropuerto cuando Mark Murdoch, organizando una auténtica carnicería, huye y su rastro se desvanece de nuevo en las calles de la ciudad. Poco tiempo después aparece el cuerpo desnudo de una joven mujer. Ésta será la primera víctima de una larga cadena de asesinatos. Junto a los cuerpos magullados, hallan una mano amputada y una bola de madera con unos extraños signos que logran desconcertar a la policía. Paralelamente, se dispara la alarma social al producirse, en diversos puntos de la geografía española, unas extrañas e inexplicables muertes multitudinarias. Todas las miradas van dirigidas a Murdoch como responsable de la muerte de esas mujeres, y la policía sigue el rastro del convicto hasta que se revela una intriga mucho más compleja tras los asesinatos y torturas de sus víctimas. El inspector Cardoso, que lleva el caso junto con su amigo Luis Pons, descubrirá una trama con un alcance infinitamente mayor y que va más allá del asesinato ritual, destapando una conspiración que puede acabar con la humanidad tal y como hoy la conocemos; la maquinación se revela en un expediente que da título a la novela: “El expediente Carso”.