A la muerte de Giovanni de Médici, un antiguo comerciante de lanas, que pronto comenzó a realizar transacciones bancarias que lo llevaron a convertirse en el banquero de la Iglesia y de los Papas, sus hijos Cosme y Lorenzo se ven en la obligación de tomar el relevo familiar. Si bien es cierto que las más importantes familias florentinas creen en ellos, los hermanos, sobre todo Cosme, el primogénito, pronto se darán cuenta de la gran cantidad de enemigos que tienen en las altas esferas políticas de la ciudad. Ante ciertos rumores de complot para eliminarlos de la actividad social y económica, Antonio Rossi, inquisidor general de Florencia, convence a Cosme de Médici para contratar los servicios de Girolamo Visconti, un seductor buscado por infinidad de maridos celosos y que lleva un tiempo refugiado en Venecia, para que trate de investigar mediante sus escarceos amorosos las tramas que puedan producirse entre los miembros del Consejo del gobierno y los Diez de la Guerra. La única condición que le piden es que oculte su rostro bajo una máscara de arlequín.