Este poemario de Margarita Bustos está atravesado por la herida abierta y el grito de un Chile que vuelve a padecer la represión ciudadana y sigue hurgando el rastro de sus víctimas a casi medio siglo del golpe de estado pinochetista. Estamos ante una poesía de gran resonancia expresiva y emotiva y un tema insoslayable que exige una constante rememoración y actualización –porque la violencia no cesa. Cada poema es un cuerpo herido y todo el libro es un montón de cuerpos amordazados, mutilados, enterrados o sumergidos cuyo nombre se ha pretendido borrar de la memoria colectiva. Bocas y ojos sangrantes son tajos por donde manan la culpa y el dolor en los que se plasman, material y simbólicamente, la mordaza y la ceguera impuestas al cuerpo social. A través de imágenes entrecortadas, las voces silenciadas por el miedo y la impotencia tratan de hallar una salida, murmurar una esperanza. La poeta convoca con su palabra a mujeres desaparecidas, violadas, torturadas o lanzadas al mar por el aparato represivo de la dictadura cívico-militar y se hace eco de las que hoy portan las cicatrices de la embestida policial que azotó a la población desarmada durante las recientes movilizaciones de protesta contra la desigualdad y la corrupción sistémicas. El poemario se cierra con tres “plegarias desde la herida” donde se perfila el empoderamiento feminista que liderará el cambio: las voces de las diosas han despertado. María Elena Blanco (Poeta, ensayista y traductora)