No imagino otra forma de nombrar esta obra que juguetea con la prosa como al descuido, sin perder por ello su esencia poética. Desde el orden de sus palabras en el título, se percibe una suerte de rompecabezas que imagino desarmar. Los “cuadernos” son parte “de la infancia”. ¿Qué se anota en un cuaderno?: aprendizajes, historias, momentos, sentires, recuerdos, pensamientos... Todos ellos, forman “un país” como símbolo de la totalidad de una etapa nuestra vida. Precisamente eso, logró Juan en esta obra: dar la medida exacta de la totalidad de su infancia. Un conjunto de versos mínimos, precisos, que lanzan con palabras los dados de la memoria y no se sabe del todo como irán a caer hasta llegar al final. En algunos casos no tienen demasiado final, quedan allí a merced del pensamiento y sentir del lector. Hay poemas que parecen chispas, pequeños incendios de palabras que terminan incendiando el poema entero. Siempre están presentes sus acostumbrados símbolos: “Arrancaba flores que traían los bolsillos del jardín.”, “Cuando pasaron los años me dejó ver cómo desabrochaba su falda en el patio / No hace tanto que la dejé salir de mis ojos.” Sus exactas afirmaciones: “¡Ay hermosura si no tuvieses el vicio de ponerte frente a los ojos!” Sus crudas pero poetizadas realidades: “¿A dónde la puerta para ir a jugar? / Sangró azúcar el vestidito.” Su decir, está gobernado por la exactitud de los que representa cada momento, los recuerdos, - aun cuando fugaces -quedan plasmados como una fotografía imborrable que podemos “ver” mientras leemos. Algo más queda por decir: existe algo en esta obra, que no pudo esconder del todo: la añoranza, su nostalgia por el litoral que aparece y desaparece pero existe porque es el punto que dispara los recuerdos: “A veces la memoria es un pájaro reventado a pedradas. /A veces, un candado, una cerradura, una llave…” y finalmente nos dirá: “Cuando sea litoral el canto último sabré que no habré vivido en vano”. Y tal vez, podamos agregar que como poeta y creador ha crecido y no le hace falta decir hoy de manera simbólica y parafraseando su verso que ninguna navidad lo cuide desde el pesebre. Prof. Viviana Poggiolini