La aparición de un cierto felino que pone en vilo el entramado institucional de una comunidad, la realidad que da vueltas sobre el lomo de la tragedia, la marea que se resiste a dejar ir a sus muertos ilustres, el asedio de las plagas plumíferas, la conspiración de los idiotas, las cartas manuscritas que duermen en cajones, las canciones que se apagan en la garganta de un doppelgänger, los agujeros y grietas en tiempos de crisis, y el último romántico ante una inundación de proporciones bíblicas. Estas pequeñas anécdotas van alumbrando a la ciudad hija de los barcos, la ciudad sin pasado que va hacia el futuro, hacia el progreso (“ese tren que encandila de frente”) y la luz… como las polillas.