Hay muchas maneras de ser generoso. También hay muchas maneras de jugar. Y de ser creativo. La propuesta de este autor nos sorprende por su simplicidad, su gran capacidad de llegada a todas las edades y su mirada clownesca y lúdica de situaciones de la vida cotidiana. Pero también nos sorprende por su actitud generosa de querer compartir con otros docentes estas sencillas partituras de acciones, explicándonos que lo hace porque a él le dieron resultado con sus propios alumnos. Y eso implica un acto de apertura a la comunidad pedagógica a la que pertenece, que no siempre se ve entre colegas. Cada una de las historias presentadas plantea una situación social seguramente conocida por los niños. Los conflictos son sencillos y, en ningún caso, comprometen la afectividad profunda de quienes los jueguen. También es valorable la extensión breve de cada situación, el lenguaje claro con que son explicadas, la coherencia interna de lo que va sucediendo y la necesidad planteada de ser representadas en grupo, dando posibilidades de diferentes grados de exposición ante el público y de valiosos aprendizajes acerca de la actitud colaborativa, el compromiso con la tarea, el respeto por los logros y dificultades de los compañeros y la alegría e importancia de producir con otros. Es destacable la responsabilidad pedagógica con la que el autor se preocupa por orientar nuestra mirada respecto a cómo abordar el material que nos ofrece. En todo momento aclara que es una producción fruto del juego colectivo y que, como tal debe tratarse. No son guiones para obedecer, ni instructivos para marcar posiciones y movimientos a un grupo de niños más o menos obedientes. Son una invitación a volver a jugar, a recrear de nuevo cada situación, a sorprenderse con las propuestas de los niños, a ayudarlos a ser felices, como ellos mismos expresan en sus testimonios. Y es necesario hacer una referencia a esos breves y sinceros testimonios de corazón que dan los niños acerca de lo vivido. Son voces como campanitas tintineantes que nos enseñan a los adultos cuánto bien les hace jugar al teatro para crecer en seguridad y autoestima. Para conocerse más y explorar sus propias posibilidades. En síntesis, este libro pone en manos del lector una colorida caja de juguetes. Se puede revolver un poco, buscar en ella, hacer descubrimientos, cambiar cosas de lugar, reir con otros, divertirse. En definitiva, este libro ofrece una significativa posibilidad de ser niños afectivamente saludables, gracias a su propuesta de vitaminas lúdico-teatrales que fortalecen el espíritu. Dra. Ester Trozzo