La violencia doméstica es un flagelo que puede afectar a cualquier integrante de la sociedad. Por lo general, implica un cónyuge o pareja, pero también puede ser un niño, pariente mayor u otro miembro de la familia. Y el caso es más grave aún si esta amenaza se extiende a integrantes de la comunidad LGBT, quienes deberán escapar del llamado “doble armario” para poder recobrar su vida. Lamentablemente, aunque ni los golpes, ni las repetidas humillaciones, ni las amenazas o el control enfermizo son fenómenos exclusivos de las relaciones heterosexuales, la violencia entre personas del mismo sexo se ha estudiado mucho menos. Hacerlo invisible no implica que no exista, por el contrario contribuye a que los posibles agresores se sientan invencibles y perpetúen su temible conducta. Así, los integrantes de la Comunidad LGBT que padecen esta situación, solo lograrán escapar del “doble armario” reportando los abusos de los cuales son objetos, y al mismo tiempo, auto identificándose como integrantes de la mencionada Colectividad frente a unas autoridades en las que muchas veces no confían. Aprender a enfrentar este tipo de situación y a denunciarla, es un factor clave para detener este azote, que pese a los esfuerzos realizados para desterrarlo, crece a un ritmo agigantado por todas partes del planeta. Y justamente, esa es la disyuntiva que tendrá Dima Ivanov, el protagonista de nuestra historia al descubrir que el hombre con el cual decidió casarse,es simplemente una fiera recubierta por una piel de cordero. -Crecí en un hogar violento, ¿Cómo no percibí la violencia latente en mi futuro esposo?-se cuestionaba una y otra vez el atormentado Dima, sin decidirse a romper esta cadena, única opción posible para salvar su vida.