Es un libro rebelde que no quiere ser leído de un tirón, anhelando ser disfrutado como una conversación entre amigos en la que se cuentan experiencias, que pretenden ser válidas para todos. Cuenta la historia de un veterano técnico de la construcción que, en su lucha por salir de la escombrera social en que le había enterrado la crisis, decide hacer el Camino de Santiago como último intento de encontrar la ilusión por retomar las riendas de su vida. En la soledad del camino encuentra a un joven compañero de profesión que le interpela sobre las capacidades necesarias para ser jefe de obra, como preludio de una animada conversación, que en las distintas etapas les llevará a ir analizando los fundamentos de la planificación y la dirección de obras. En el trayecto van compaginando aventuras con el análisis de los estudios previos, los procesos constructivos, el plan de obras, la logística, la programación, los peligros de los caminos críticos y la posibilidad de tener un plan B, la revisión de las gestiones de la dirección, las compras y la calidad, divirtiéndose mientras comparan los argumentos con hacer el camino o una competición futbolera. El espíritu del peregrino les empuja a enfrentarse con las burbujas inmobiliarias, las crisis y las estafas de la obra pública, analizando razones y responsabilidades para evitar que se repitan. Con la llegada a la plaza del Obradoiro, su entrada en la catedral, el abrazo emocionado al Santo, escuchar su anónima hazaña en la misa del peregrino y ver volar repetidamente sobre su cabeza el botafumeiro, recuperan definitivamente el ánimo para retomar las riendas de su destino, una vez llegado el momento de la despedida. El viaje de regreso es la oportunidad para abrir una puerta a un nuevo futuro profesional, para que la atraviesen todos los valientes, y analizar las posibilidades de emprendimiento para técnicos y empresas en el sector inmobiliario. Con la llegada a casa finaliza el camino y es el momento de enfrentarse al invierno de la crisis, imitando a las valientes cigüeñas que ya no emigran, aportando todo su «saber hacer» a la lucha por conseguir un estado del bienestar para todos.