Éste es un relato autobiográfico escrito durante un tiempo en que abracé con fuerza mi alma. Con tanta fuerza, que volví a nacer. Es bueno leerlo a sorbitos pequeños, para que pueda hablar a nuestros cuerpos sutiles, y despertarnos a niveles muy profundos. Es bueno leerlo para disfrutar de la vida. Es un escrito para meditar y contemplar el camino espiritual desde la autenticidad y la sencillez. En su búsqueda de la belleza, las palabras entretejen el cielo y la tierra como parte de una única realidad: la vida que vivimos los seres humanos cuando nos despojamos de nuestros prejuicios y esquemas mentales. El camino es muy sencillo y, está al alcance de la mano. El símbolo no está aquí sólo para comprender lo inefable, sino también para estimular nuestros sentidos y abrirnos a todas las posibilidades. Descubrir algo nuevo cada vez que lees, desde una nueva comprensión, más amplia. El lenguaje y el estilo están teñidos del estado de la autora mientras escribe. El agua en la que fluye y le purifica, la tierra que habita. Cada párrafo se baña de una vida que corre libre. La lectura puede convertirse en una experiencia transformadora y revitalizante, en un bálsamo. "Lo que está sucediendo de verdad, no se puede simbolizar, no se puede escribir. Estar en lo que se siente nos acerca mucho más a lo que es. Es difícil describir lo que se siente, pero es necesario para este tránsito en el que nos encontramos. No sabemos de dónde procede lo que sentimos, ni qué palabras lo manifiestan. Lo inabarcable, lo comprende el cuerpo. El símbolo se va despidiendo por sus fronteras y, ya sólo nos queda amarnos a nosotros mismos, para poder ser la avanzadilla de los nuevos tiempos, sin esperar. Sólo tengo dos certezas. Dios es todo y Dios nos ama. Correspondámosle amándonos." Del capítulo 5. Renaciendo.