“…Aterrizaste de nuevo en Zamora, menos gris que en tus recuerdos de adolescencia, en 1985. España recuperaba el color. Las provincias salían del blanco y negro… “ Berlín Plaza es una novela centrada en los años ochenta, en una plaza de provincias en la que se viven los ecos de la famosa “movida”. Los personajes viven esa alegría contagiosa, no se sabía muy bien porqué, aunque dudan de ese cambio, se interrogan sobre su superficialidad, sobre su base en lo aparente. A veces se sienten los personajes de la Cueva e intuyen que fuera todo sigue igual. En una plaza protegida por edificios de mediana altura con una estatua que parecía querer salir disparada al cielo de un momento a otro, en la terraza de uno de los bares de copas, comenzaron a reunirse habitualmente un grupo de jóvenes a los que las discusiones políticas y literarias les llevaban a consumir la noche hasta altas horas, así como las bebidas. Daniel, escribía continuamente en un cuaderno de dos rayas, de los que utilizaban los niños en las escuelas de los años cincuenta y sesenta. En el ambiente festivo que se fue creando en esos años ochenta en el país, recibiendo los mensajes, la música desde la capital, comenzaron a brotar también espacios creativos. Los amores y desamores junto a la música y la literatura van invadiendo el espacio. En los cuadernos de Daniel van quedando reflexiones y teorías que surgen de su inquietud y de las discusiones apasionadas de sus amigos. “Estás seguro: si nos contamos, acabaremos entendiéndonos y comprendiendo el entorno. Y en el acto de contarnos interviene el olvido y lo imaginado tanto como lo cotidiano y la rutina. Quizá se trata de crear un auténtico memorial del olvido. ¿Dónde empezó nuestra historia?” Sin embargo, a pesar de la alegría y la fiesta, un fondo de orfandad inconcreta, un sentimiento de naufragio, invade a los personajes de la historia. No en vano un saludo habitual entre ellos será “triste vida la del náufrago, hermano Francisco, triste, triste…” Los temas fundamentales de la vida van surgiendo en sus conversaciones, de ellos: los celos, la ansiedad, la insatisfacción, las frustraciones, los miedos…y pasarán, muchas, a los cuadernos de Daniel. A pesar de que varios personajes parecen llevar la historia, queda la sensación de que es una historia coral, varios personajes van siendo retratados y, a pesar de que algunos solamente son descriptivos, otros aparentemente un murmullo, sirven para crear una visión del conjunto, para retratar un momento de la historia y de una sociedad. Y la poesía circulará por la plaza a través de los diálogos, de las canciones, de los cuadernos de Daniel, que servirán de guía a lo largo de la historia. “Con mi historia y tu recuerdo hacer un lacito azul que sujete el cabello del tiempo; el tiempo que es una niña de sonrisa dulce y labios amorosos… aunque a veces arrastre palabras de hielo: que nuestra voz sea viento sin palabras...”