Edición Ejecutiva. Con apenas permitir que los precios de los combustibles se trancen a niveles internacionales, no sólo se estaría frenando el contrabando de extracción y la corrupción en las fronteras, si no que se obtendrían los recursos necesarios para dotar a los países subdesarrollados productores de petróleo de una infraestructura vial y ferroviaria apoyada en otras fuentes de energía más económicas, dirigida a la masificación del transporte público y de bienes a precios solidarios. Metros, autobuses double-decker y trolebuses de lujo, todos ellos con aire acondicionado; súper autopistas y calles urbanas asfaltadas de primera calidad, conformando una red interconectada con sistemas ferroviarios nacionales y continentales, serían utilizados por todos los ciudadanos sin excepción, y estarían financiados con el diferencial de precios que por varias décadas se les ha conculcado a las clases populares para hacer proselitismo político en nombre de ellas, aunque finalmente en su contra.