Una calurosa mañana de junio, en un lujoso edificio de cuatro plantas de un barrio residencial de Madrid, aparece muerto y rodeado de un charco de sangre el portero de la finca. Casualidad o no, horas antes, un joyero que reside en el inmueble había denunciado la desaparición de un maletín con un valioso lote de diamantes. Los dos policías que se ocupan del caso pronto centrarán sus investigaciones en el entorno del propio edificio, aunque resulte difícil imaginar quién de entre sus peculiares vecinos pudiera tener interés en acabar con la vida del portero. Pero si nos remontamos a todo lo que pasó los meses anteriores, a los líos que se traen entre ellos, a las infidelidades cometidas, a algunas confusiones provocadas de manera malintencionada o al papel que juega el estafador que se ha colado en el número 5 de la calle Chicuelo, resulta que ya no está tan claro que no existiera esa motivación. Es más, casi todos los vecinos pasan a convertirse en sospechosos. La intriga se mantiene hasta el último momento, atrapando al lector de principio a fin. La gran variedad de personajes y sus especiales circunstancias, la abundancia de diálogos, algunos momentos divertidos y la ingeniosa trama hacen que la lectura sea muy ágil y amena.