Hay una isla que fue guarida de piratas, escala de la Nao de China y en la que hay casas con secretos y cuevas que sirven como fortalezas. Esa isla se llama Porfirio Díaz, ubicada en el punto más recóndito de las aguas mexicanas y que un puñado de familias poblara a principios del siglo XX con la intención de convertirla en la París de México. Es la historia fantástica de hombres, mujeres y niños que crecieron en medio de huracanes, plantas exóticas y monedas de oro que escupía el mar y que al volver a México, encontraron un país asolado por la revolución, solo para darse cuenta que todo hombre es como una isla y que toda aventura es en el fondo un regreso al estado más sorprendente de todos: la infancia.