Vivir juntos en un pequeño pueblo a principios de los 90 seguía siendo peligroso para una pareja del mismo sexo. Si realmente se amaban, deberían luchar con todas sus fuerzas para erradicar los tremendos prejuicios que les impedían manifestar su amor. Lumber y Bastián decidieron intentarlo, hasta que uno de ellos decidió que no tenía el valor suficiente para continuar. -¿Acaso vas a rendirte con todo lo que hemos logrado? -Lo lamento, tengo miedo. Quiero formar una familia de verdad. Comencé una relación con la hija de un importante empresario local y está muy entusiasmada. -¿Qué dices de ti? -Voy a esforzarme -afirmó el hombre sin dudar. -Si ya lo has decidido, márchate, de nada vale tratar de convencerte que vas a cometer un error. -Perdóname, Lumber, espero que encuentres a la persona con la que puedas ser verdaderamente feliz -se marchó Bastián ignorando las lágrimas que rodaban por el rostro de su compañero.