AL SOL LE BROTAN RAMAS DE ALEGRÍA
- Autor: Francisco Javier RODRIGUEZ BARRANCO
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 978-84-120002-2-1
- Nº Páginas: 290
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2019
Cuando todavía era una adolescente, Anita Delgado, junto con toda su familia tuvo que desplazarse a Madrid a causa de los problemas que el padre de tenía con la justicia. En la villa y corte, junto con su hermana, montó el dúo Las Camelias que actuaban de teloneras en la sala Kursaal, donde, además de otros clientes ilustres, eran parroquianos habituales Ramón del Valle-Inclán y Julio Romero de Torres. Nos situamos en la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg y el atentado que se cometió, lo cual obligó a los invitados a rehacer sus planes. Uno de ellos era Jagatjit Singh Bahadur, maharajá de Kapurthala a la sazón, que se encaprichó de Anita hasta convertirla en Prem Kaur Sahiba, maharaní de Kapurthala. Cuenta la leyenda que la primera carta de amor que la joven malagueña escribió al maharajá hubo de ser completamente rehecha por Valle-Inclán y Romero de Torres ante la simplicidad e incorrecciones gramaticales contenidas en la misiva. Ése sería el telón de fondo sobre el que se construye El manto de Anita, una historia que ha sido novelada, entre otros, por Javier Moro y llevada al cine por Fernando Colomo. Pues, bien, como quiera que, una vez en su palacio de la India, Anita se sentía rechazada por las autoridades religiosas españolas, decidió encargar un manto con bordados de plata para la Virgen de la Victoria, que es la principal advocación mariana en la ciudad de Disfrutona, seudónimo de Málaga. Muy azaroso resultó que dicho manto llegara hasta nuestros días, puesto que las monjas del santuario de la Victoria quisieron tirarlo al río cuando lo recibieron y lo cierto es que si salvó fue gracias a los buenos oficios del obispo Herrera Oria y la intercesión de don Narciso Díaz Escovar, que había sido profesor de Anita. En la actualidad se guarda en una sala museo de dicho santuario, si bien, la Virgen no ha llegado a usarlo nunc en procesión, según era el deseo explícito de Anita. Y ése es el manto que se propone robar Marcelo Centeno, un viejecillo taimado que, en vez de dedicarse a dar de comer a las palomas, prefiere urdir trapacerías. Si bien en este caso, necesita la ayuda de otra persona y recluta a Cirilo, otro jubilado como él, que se pasa el día entero en el tren de cercanías para descubrir un fallo en el sistema, a la par que sueña con completar un disco de música andalusí con Zinedine Zidane como gran artista invitado. Del prólogo que Enrique Gallud Jardiel tuvo la amabilidad de redactarme ya se puede deducir el tono humorístico de la historia. Digamos que, todo esto para Marcelo no es nada más que una manera de pasar el tiempo, porque, en realidad, él no quiere el manto para nada ni siente la menor simpatía por Anita. Sin embargo, todo se complica, cuando diferentes colectivos están interesados por la prenda sustraída. A saber: — Un grupo de indios neopacifistas, porque en el manto robado se guarda parte del legado de Mahatma Gandhi en forma de microfilm. — La Armada Española, porque estaba previsto que dicha tela viajara a bordo del buque escuela Juan Salvador Elcano, dentro de un programa de colaboración cultural entre la India y España. — Un cartel de la coca colombiano, porque esperaban camuflar su mercancía entre los hilos de plata del manto cuando el Juan Sebastián Elcano hiciera escala en Colombia. Se configura así una segunda mitad de la novela de tono absolutamente disparatado con unos diálogos delirantes y un final rocambolesco. A modo de síntesis, creo que se trata de una novela con un trasfondo histórico y otro policial donde impera el humor y los capítulos se articulan sobre una serie de decálogos con coda.