Nací en el norte de España, en Asturias, donde el color verde nos alegra la vista y la llovizna nos la empaña recordándonos que todo tiene un precio. Días después de tener por fin Constitución, cuenta mi madre como anécdota familiar, que me digné a asomarme al mundo tras confirmar que ya había democracia. Si llego a saber, que por nacer en navidad tendría que decidir entre regalo de cumpleaños o de reyes magos, igual hubiese esperado un poco más… Estudié en la Universidad de Oviedo, aprendí palabras nuevas y atesoré un montón de historias reales que con unas pinceladas de imaginación, o a veces quitándosela, podrían servir para una novela. Soy una optimista de manual, es decir, una negativa reconvertida. Eso quiere decir que ya NUNCA-NUNCA-JAMÁS, veré el vaso medio vacío. Soy feliz. He aprendido a serlo. Me declaro adicta al te rojo y a los escasos rayos de sol que llegan de regalo en invierno. A las frases que te hacen pensar y las conversaciones que te obligan a afilar el ingenio. Adoro a los perros, de ellos aprendo a estirarme por las mañanas, a celebrar pequeñas nimiedades y a “intentar” hacer lo que me apetezca sin que me afecten demasiado las críticas… (estoy en aprendizaje…) Trabajo en un centro veterinario, en donde hablamos tanto de vacas como de gatos. Combatimos las pulgas a diario y bajamos la cabeza de vergüenza ante los abandonos o eutanasias porque el animal sobra en la familia. −Lástima… los reyes magos se equivocaron esta vez… Con trece años leí: “Barrabás llegó a la familia por vía marítima…”, con esta frase Isabel Allende encendió en mí las ganas de devorar el libro y de escribir uno propio. Hoy puedo presentaros el primero: “La luz de mi propia sombra”, y lo hago pidiendo que hagáis un guiño a vuestra vida. Quien lo lea, lo entenderá. Así que aquí estoy escribiendo este blog, con muchas ganas de que ganen la batalla las luces a las sombras. Para conseguirlo, hay que estar preparado. Bienvenido al mundo de los que lo estamos, de los que día a día apartamos la oscuridad que nos envuelve y sonreímos sin necesitar un motivo.