El autor ante su obra El hombre debe ser visto como un ente que puede ser desarmado como si fuera partes de un todo, que sobrevive en un entorno ambiental y social siguiendo los métodos más elementales de la física, la química, la matemática, la psicología, la tecnología y la espiritualidad más profunda (religión), así como su creación filosófica. Aunque esto parezca que pueda ser etiquetado como algo esnobista, es al contario. Es muy antiguo. Y es muy esencial. Al analizar cada una de sus partes, el investigador se encuentra con un todo nuevamente y ese hombre se convierte a la vista de ese investigador en algo único e indivisible. Es lo que el creador quería que el hombre fuera. Por lo que se concluye en definitiva que el hombre de acuerdo a su experiencia y conocimiento creciente de las cosas, debe seguir siendo la suma de los dos aspectos más contradictorios del universo mismo: la dualidad del bien y el mal. Siendo el bien la mayor fuerza positiva empujada por medio del amor hacia el logro de la luz y de la unión de los mismos hombres. Mientras que el mal es la retrogradación -y en algunos casos- la redención de las almas que nunca han podido evolucionar y que se han quedado estancadas en una retroproyección de sus propios traumas, los cuales han sido totalmente negados por el sentimiento más sensible y sublime del amor… Pero es que el hombre –como Caín y Abel- esconde en su ser, en su esencia primaria la noción, de ese bien y de ese mal. El hombre es malo por naturaleza, pero es Abel quien controla la esencia que subyace en su interior. ¿Pero quién es Abel? Diríamos que es la suprema conciencia, es el universo que estalla en nuestro pecho y nos hace temblar, nos da miedo y nos dice lo mal que nos comportamos.Es la ley de los 10 mandamientos, es el Dios bueno que nos va a reprender por nuestros malos actos. Somos nosotros mismos en nuestra conciencia mediante lo que sabemos y experimentamos. Caín es la señal en nuestra frente que nos descubre de que si seguimos obrando mal nos será revelado el signo de la maldad y se hará público y notorio ante los que nos rodean. Cada cuento de este libro tiene un tema que contar, un mensaje, una reflexión. Como, por ejemplo: “La teoría del sí”. En donde el relato demuestra que, a través de la fe, la oración y la esencia del bien se pueden lograr cosas increíbles tanto buenas como malas. En el relato de “Adam” el amor es la primera señal que demuestra la necesidad de llenar un todo y la nada, la necesidad y la pureza del ser creado con el amor. En el relato de “Abraxas” se advierte con preocupación y en futuro incierto el nacimiento de los hombres sin alma. En texto “La Silla” se denuncia la mentira, la soledad, la rabia y el momento inconcluso de la vida. En “Después del juicio” se narra una historia distinta de Barrabás, su redención. En “Sólo una ilusión” el transcurrir del tiempo es sólo un instante, pero la soledad hace al tiempo eterno. Pero lo mejor de todo, es que cada relato, cuento o texto escrito en este pequeño libro tiene un mensaje implícito en su interior, como un símil de los sentimientos más recurrentes que están en el interior de cada hombre y mujer que reside en este hermoso planeta tierra. Luis del Valle Ruiz Ortega