Un profesor de Lingüística exiliado en Londres vuelve a su ciudad natal, Zamora, para pronunciar el Pregón de la Semana Santa de 1961. Allí recupera sus raíces y se reencuentra con su antigua novia y sus antiguos amigos. A lo largo de la semana asiste como observador a las disputas del Deán de la Catedral con el Pertiguero, a la obsesión de un rentista aventado que busca un túnel para impedir que los enemigos de Zamora consumen su destrucción y a los vaivenes de la vida de cerca de un centenar de personajes irreales pero posibles, más o menos cuerdos, más o menos espiritados. Todo ello se distribuye en veintiseis capítulos dedicado cada uno de ellos a cada una de las procesiones y de las principales ceremonias de la Semana Santa. Estas son las mimbres que forman el hilo conductor de “A la sombra de la torre”. Pero la verdadera protagonista de esta narración es Zamora con su Semana Santa. Es la descripción de la ciudad, de su pulso, de su ambiente, de su ciudadanía, con todas sus señas de identidad: La marcha de Thalberg, las sopas de ajo, el Pregón, las procesiones, el “Merlú”, la catedral o las aceitadas. Esta novela es, en definitiva, un emocionado canto a Zamora, a sus gentes y a su Semana Santa.