Alberto Carral nos obsequia una extraordinaria novela de un género que alguien clasificó como "novela-ficción". Yo la calificaría como una "novela constructora de futuro". Más allá de su magnífica prosa, la forma en que logra la verosimilitud de su relato: con un pie firmemente instalado en un presente cuyas realidades ya no son ni serán "como antes eran", y que se sigue presentando enmascarado con la idea simple de que la humanidad tiene asegurada, con sus avances tecnológicos y sus nuevas envolturas hedonistas, un futuro feliz y promisorio. Cierta literatura de "ciencia-ficción" acompaña estos sueños anestésicos, con ficcionalidades abstractas que no tienen asidero más que en las ocurrencias del autor. Muy por el contrario, Carral es de hecho un científico -no hay que tener un título para serlo- que ha logrado escudriñar con seriedad las oquedades y superficies del monstruo capitalista que pretende la serialización y la maquinización manipulable de los seres humanos. Pero en dicho proceso de escudriñamiento descubre los puntos débiles de la bestia, sus talones de Aquiles, sus contradicciones más íntimas, y los saberes y verdades de aquellos que luchan a muerte contra el monstruo. Leer a 2035: Insumisos no es entonces sólo una delicia literaria, sino también una especie de alumbramiento que ilumina fértilmente nuestro presente-futuro. La novela de Carral llena, entonces, un hueco que hace tiempo la buena literatura necesitaba llenar. Julio Moguel