Mi esposa, Ana Abella Santamaría (13 de enero de 1947 – 14 de diciembre de 2020) nos dejó todo su amor y su ternura, tras una oculta, rápida y perversa enfermedad. Ana se educó en el colegio de la Asunción, posiblemente en el más prestigioso del Madrid de los años 50. Desde muy joven la lectura era una de sus devociones y, terminado el bachillerato superior, a la hora de elegir estudios propuso a sus padres y profesoras ser periodista; sin embargo, en aquellos años, ni la familia, ni las monjas veían con agrado esa profesión para una ingenua jovencita; así que se graduó como Asistente Social. Tras casamos, en 1970, dedicó todo su cariño a nuestra familia y a ocuparse, desinteresadamente, de la asistencia social en la madrileña parroquia Virgen de los Llanos, del barrio de San Ignacio de Loyola; más tarde trabajó en dos centros ocupacionales de chicos y chicas discapacitados físicos y psíquicos; les creó el periódico interno Super Guay para que -muchos de ellos huérfanos y algunos abandonados por sus padres- contasen sus alegrías, sus esperanzas y sus vidas. Durante años, les llevaba a numerosas excursiones, cerca de Madrid; también conseguía que RENFE les regalase viajes y dispusiera de un vagón repleto de pequeños regalos y buena gastronomía para que conociesen el mar; viajaba con ellos y lograba que, al menos una noche el director del hotel, donde se aposentaban, cerrase la discoteca para que nadie importunase, en sus celebraciones, a sus chicas y chicos, muchos de ellos en sillas de ruedas. En ocasiones, a los más desafortunados los traía a comer a nuestra casa. Sin embargo, nunca abandonó su pasión por la literatura, por ello se matriculó en el Taller Literario de la madrileña Librería Fuentetaja que orientaba a sus alumnos a través de correo postal porque entonces no existían los ordenadores. Pasaron los años, nos vinimos a vivir a Pozuelo de Alarcón donde asistimos, durante 20 años a los talleres de creación literaria del Ayuntamiento de esta encantadora localidad. Tuvimos la suerte de contar con la escritora y poeta María Ángeles Maeso que nos hizo escribir y amar la literatura. Después vinieron otros talleres, como los magníficos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y los impartidos por la profesora Úrsula Martí. Frutos de estas etapas, Ana escribió dos entrañables libros de relatos: Prendida con Alfileres y Un zapato vacío. Un tercer volumen con poesías tenía preparado cuando nos dejó. La mayoría de los cientos de libros, ubicados en las siete estanterías de nuestro hogar, fueron elegidos por ella. Hace años, Ana me propuso novelar, a cuatro manos, unos hechos dramáticos que conoció cuando veraneaba con sus padres, en la paradisíaca Punta Umbría de los años 60, del pasado siglo. Sin duda, las páginas sobresalientes de esta novela pertenecen a Ana Abella. Jaime Ruiz de Infante, periodista, fue creador y director del programa informativo Tele Europa de Televisión Española (TVE) y del radiofónico, España, parada y fonda, de Radio Nacional de España (RNE), actividades que compaginó como Jefe del Servicio Documentación Escrita de TVE. Por la difusión del programa RNE ha recibido una docena de galardones periodísticos, entre ellos. La Ruta de la Plata, concedidos por las comunidades autónomas de: El Principado de Asturias, Castilla-León, Extremadura y Andalucía. Escribe, semanalmente, en Diario Siglo XXI, sobre turismo y gastronomía en su columna Donde yo te llevaría. Como escritor es autor teatral y de numerosos relatos, algunos de ellos recogidos en el libro Cuando la bufanda te robaba e horizonte.