"No guardo rencor, aunque se me rompa el corazón", dijo el poeta Heinrich Heine. El proceso de escritura de este poemario fue, verdaderamente, todo un camino de sanación. Sin ninguna duda, el lenguaje del alma necesita palabras inspiradoras para purificarse, renovarse y salir adelante. El rencor es, simplemente y complejamente, una emoción estancada que bloquea cualquier acto de amor. Por eso mismo, no dejaré que mi alma siga por ese sendero, porque quiero dar y recibir amor. Soles de Agosto invita a la reflexión, a encontrar ese espacio tan personal y preciado con uno mismo, para deleitarnos con buenos consejos y sabiduría. El orden de los poemas no es casual. Un poeta es como un río: fluye constante, llevando consigo sentimientos profundos, sueños etéreos y memorias intemporales. Cada uno de ellos marcó una instancia de superación personal. Tedio es el punto de inicio, porque fue a partir de la monotonía que surgió este poemario. Es un viaje: salir de las profundas cavidades del Tedio para descubrir qué se asoma a mi alrededor con Sin Palabras, sin Diálogos, empezar a explorar el universo con Caravana al Norte, reírme irónicamente de los personajes con los que te enfrenta la vida en Niño Caprichoso, y encontrarme a mí mismo fuerte y seguro en Músculos Fatigados y Del Céfiro y del Bóreas. Incluso llegué a desafiar a mis superiores en Estratega. Aprecié cómo las historias son cíclicas y los patrones se repiten en Más de Mil Vidas y ¡Estúpido!. Me rendí, hasta que se me rompió el corazón en Gitano Corazón, para finalmente encontrar la ansiada salida al laberinto con Mejor Amigo. Pero esto no fue todo. Un regalo más me trajo esta experiencia con ¡Suelto mis Valijas! (*)¡Qué alivio! Una nueva etapa está por comenzar... (*) Bonus de la versión impresa.