¿Hubo alguna vez alguien tan abusado, tan calumniado, tan vituperado o tan perversamente tratado, inmerecidamente, como hemos sido nosotras las mujeres? ¿Lo permitirán los Dioses, suspenderán las Diosas sus juicios castigadores y tampoco nosotras los perseguiremos por sus fechorías y por sus prácticas tan depravadas?". Carmen Alborch decía que el feminismo nace de momentos de cabreo. Qué enfadada debía de estar Jane Anger (Jane Anger es, con seguridad, un pseudónimo: Anger, en inglés, significa enfado o ira), muy enfadada, enfadadísima, cabreada como una mona, para sentarse a escribir, en 1589, este alegato en defensa de la condición femenina, donde pone de manifiesto lo desdeñoso e irreverente que era, ya entonces, este mundo con las mujeres. Her protection for women es la respuesta de una mujer a la dominación masculina en la Inglaterra de finales del siglo XVI, a través del análisis de la retórica anti-mujer, desafiando directamente siglos de discursos, que buscaban demostrar que los hombres eran superiores a las mujeres.