Cuando los escritores cocinan: 35 recetas literarias
Karina Sainz Borgo / Vozpópuli.com
Día 22/09/2013
La mazamorra de maíz de García Márquez en El Coronel no tiene quien le escriba; los perritos calientes de Kennedy Toole en La conjura de los necios; los riñones hervidos de Carlos Fuentes en Aura, Las Magdalenas de Proust o el curry de Marías en Mañana en la batalla piensa en mí. Bocados literarios, hechos al fuego lento de la sazón narrativa. Comida y literatura no son incompatibles. Muchos personajes se construyen por lo que comen: el perrito caliente de Ignatius Reilly en La conjura de los necios (1980), la azucarada limonada que bebe el periodista creado por Antonio Tabucchi en las páginas de Sostiene Pereira o la sopa de tortuga y los pasteles de perdiz de Tolstoi en Guerra y paz. Entrando en las rendijas que quedan abiertas entre las historias y quienes la escriben, encontramos verdaderos manjares, también amargos bocados. Puede que no exista papilla más agria que la mazamorra de maíz –granos de la mazorca hervidos con agua, aliñados con bicarbonato y leche- que empuja entre cucharada y cucharada el veterano de la Guerra de los Mil Días en El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez.