La traición de los editores
Carlos Javier González Serrano / Revista Tarántula
Día 15/09/2013
Tengo la suerte de dedicarme profesionalmente a la edición de libros. Además, y de vez en cuando, también los escribo, aunque estoy menos capacitado para ello que para llevar a cabo la propia labor de edición. Dar con nuevos autores y temas que interesen a los lectores contemporáneos, rescatar obras perdidas en un incomprensible olvido o traducir tesoros literarios que aún no se han volcado a nuestro idioma son algunas de las labores principales del editor. Pero, desde luego, no las únicas. Por suerte o por desgracia -más bien lo primero que lo segundo, aunque es un asunto para discutir-, el complejo universo de la cultura se halla envuelto en un halo de casi majestuosidad que en ocasiones impide -sobre todo por parte del gran público- su anclado al suelo firme de los fenómenos mundanos. Y añadiría: a los más mundanos de todos.