Los escritores de antes
Enrique Vila-Matas / enriquevilamatas.com
Día 31/08/2013
Monterroso escribió que tarde o temprano un escritor latinoamericano enfrenta tres posibles destinos: destierro, encierro o entierro. A Bolaño le conocí justo al final de su etapa de encierro, aunque sería más exacto llamarla de anonimato, de aislamiento, de enclaustramiento. Le conocí un 21 de noviembre de 1996 en Blanes en el Bar Novo, un local que era una especie de «granja catalana», uno de esos centros que se caracterizaban por su decorado lechero e impoluto; lugares en realidad tan supuestamente higiénicos como horribles, sobre todo para quien, como yo en aquellos días, amaba la turbia negrura de los grandes bares nocturnos. Había entrado en el Novo con Paula de Parma a tomar un zumo, y justo lo acababa de pedir cuando entró Roberto Bolaño. Ella, que trabajaba en un instituto de Blanes, acababa de leer Estrella distante (recién publicado por Anagrama) y recuerdo como si fuera ahora que le preguntó a Bolaño si era Bolaño. Lo era, dijo él. Y yo era Vila-Matas, añadió Bolaño.