Bolaño, el atracador de libros
José González Méndez / Milenio
Día 28/04/2013
Al otro lado del teléfono, el actor, poeta y diplomático Hugo Gutiérrez Vega afila un pequeño ajuste de cuentas contra Roberto Bolaño. No olvida que en Los detectives salvajes, la novela que lo lanzó a las grandes ligas de la literatura, el chileno lo llama cabrón. “Más vale cabrón, que pendejo”, dice unos días después en su cubículo de La Jornada Semanal, donde habla sobre el escritor que hoy cumpliría 60 años. Gutiérrez Vega es un ser enorme. Como actor fue cura, marido cornudo y criatura cervantina, pero bien puede pasar por luchador romano o pensador griego por su barba prolija. Hoy, sin embargo, no lleva túnica, sino una impecable guayabera blanca. Mientras busca la página en que Bolaño acuñó la afrenta, considera que en realidad es un “elogio”. En el habla mexicana, ser cabrón es ser abusivo, caradura, pero por esos raros dobleces que tiene la lengua también es sinónimo de audaz, atrevido, chingón. Para entonces el poeta ha encontrado el párrafo y lee: “Una vez robé una escultura de la Casa del Lago (dice Piel Divina, uno de los personajes de la novela). El director, el cabrón de Hugo Gutiérrez Vega, dijo que había sido un real visceralista. Belano (Bolaño) dijo que imposible. Se debió poner colorado de vergüenza. Pero me defendió, dijo que imposible, aunque sin saber que había sido yo”.