La muerte de Santillana tiene un precio: controlar deuda y crédito
Peio H. Riaño / El Confidencial
Día 20/04/2013
Era una editorial tan modesta que sólo contaba con un empleado. Su fundador, Jesús Polanco Gutiérrez, se dedicaba a la distribución de cuadernos de caligrafía y cartillas para alfabetización. Un negocio humilde y poco rentable, sito en la esquina de la calle Alcalá con la Puerta del Sol de Madrid, en el que él se encargaba prácticamente de todas las tareas. Aquel comedido y trabajador editor ocultaba el todopoderoso magnate que en los ochenta monopolizó, durante las tres décadas siguientes, la vida del españolito aislado en Polancolandia. Todo estaba bajo su sombra: era el principal editor de prensa, dominaba la radio privada, contaba con el señorío de la televisión de pago, poseía librerías, agencias de publicidad, hoteles, controlaba la industria discográfica y nada parecía pararle los pies. Ni siquiera en Latinoamérica, donde controlaba el más próspero negocio de libros de texto, su cosecha corrió peligro. Pero ahora, cincuenta y cinco años después, las grietas del mayor monopolio cultural en la historia de este país cada vez son más grandes. El remate de la venta de la división literaria de Santillana a Random House (propiedad del grupo alemán Bertelsmann) es la alarma del ocaso de Polancolandia.