La digital intimidad de los libros
En vez de asfixiarlas y empujarlas a la extinción, la red y las herramientas digitales les dieron un nuevo impulso a las pequeñas editoriales. Como dice el autor de esta nota, las transformaron en emprendimientos pasionales.
POR RAFAEL CIPPOLINI
- No exageramos al señalar que el mayor porcentaje de la mejor literatura que leemos en nuestros días proviene de editoriales cuyo staff permanente ronda las cinco personas. Incluso menos. Y que sus catálogos no superan la docena anual de títulos. Sólo en nuestro país, basta con nombrar las producciones de La Bestia Equilátera, Caja Negra, Mansalva, Mardulce, Blatt & Ríos, Eterna Cadencia y Entropía, aunque afortunadamente son muchas más. Y no se trata solamente de “otro segmento de mercado” en el sentido económico, sino de un ecosistema libresco diferente al que conocíamos hace veinte años. Un dato clave es que todas estas editoriales son un reflejo –incluso involuntario– de la Era Web.