Un secreto de dioses
LEILA GUERRIERO 14/01/2012
Si hay culto es porque hay un dios. Enrique Vila-Matas, Alan Pauls, Yuri Herrera, Rafael Gumucio, Jorge Herralde, Pilar Reyes, Elena Ramírez, Manuel Borrás... Autores y editores explican una categoría sagrada llena de matices, aristas y contradicciones.
Primero, las definiciones. Pero eso es un problema cuando se trata de una categoría esquiva, viciosamente escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones. Cuando se trata, como ahora, de encontrar respuesta a esta pregunta: ¿qué es un escritor de culto? ¿Alguien con gran prestigio y un grupo ínfimo de lectores; alguien que, más que lectores, tiene devotos; alguien que capturó los retorcijones más o menos angustiosos de toda una generación y supo cómo traducirlos en una obra; alguien que es producto de una estrategia editorial? ¿Todo eso, más que eso, nada de todo eso? La primera acepción de la palabra culto que da el diccionario María Moliner es esta: "Respeto, veneración y acatamiento tributados a Dios o a los dioses". Antes que nada, entonces, esto: si hay culto es porque hay un dios.
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