El escritor, enfermo de cáncer, recibe el premio Don Quijote cuando le queda «un soplo de vida»
DANIEL ROLDÁN / MADRID
Día 15/12/2011 –
Antonio Gala se niega a pronunciar las dos palabras malditas. Sentado en un amplio sillón, se mantiene impasible ante las cámaras de televisión y los flashes de los fotógrafos. Vestido con su elegancia habitual y apoyado en su inseparable bastón, el poeta y escritor conversa, de forma pausada, con sus metáforas y sus rodeos. Se expresa con un hilillo de voz, pero con la lucidez que siempre le ha caracterizado. Habla de su martirio particular, el cáncer de colon; y el destino irremediable para todos,la muerte que no nombra pero que tiene muy presente.
Después de pasar por radioterapia y quimioterapia, y con una operación para enero de la que dice "no desear", Gala se ríe cuando le comentan que aparentemente tiene buen aspecto."Debéis poneros gafas de cerca", susurra el poeta manchego de nacimiento y cordobés de corazón, que se siente "en libertad vigilada" cada vez que sale de su casa madrileña.
Ayer se escapó para recibir el premio Quijote de Honor 2011 a toda una vida que concede la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). Gala se mostró sorprendido y encantando de que se lo hubieran concedido en vida: "A Miguel Delibes se lo dieron después de morir. A mí me lo han dado todavía con su soplo de vida. Y eso es lo que agradezco de todo corazón".
Gala equiparó este galardón a un "Nobel español" y dio las gracias a sus compañeros porque bien saben cuál es la compañía, "no la de Jesús", sino de la literatura."Hay que hacer reír y saber reírse; hay que hacer llorar y saber llorar y hay que saber decir adiós. Quizá es una oportunidad de decirlo con premio", dijo sin ningún tipo de amargura.
El Quijote se suma a los cerca de quinientos que ya posee. Además de este premio, ha recibido otros dos en las últimas semanas: el 'Antonio Nebrija' de la Asociación de Escritores Andaluces y el que le ha concedido la Asociación Pro Derechos Humanos por sus columnas periodísticas.