Juicio a los premios literarios
Los escritores no les conceden validez como garantía de calidad, pero sí para ayudar a publicar a los autores noveles
07/11/2011 00:00 / J. Cuevas /javier G. Caso Oviedo
Los premios literarios se han encargado durante décadas de destacar algunas obras sobre otras, siempre desde el punto de vista más o menos subjetivo de un jurado. Un grupo de escritores ganadores de varios galardones juzga su labor como motor de la creación literaria.¿Son los autores con más premios los que más facilidades tienen para publicar? ¿Puede servir un certamen como guía para el lector desorientado en la librería? Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) acumula ya 40 premios en poco más de una década de escritura. “Los premios, cuando era desconocido, cumplieron una función alimenticia”, reconoce.
El autor de La luz es más antigua que el amor descarta no obstante la idea de que cualquiera de estos galardones haya facilitado su firma por una gran editorial -actualmente publica con Seix Barral-. Además, diferencia entre los premios a los que uno concurre por necesidad y aquellos que sobrevienen. “Hoy, cuando por fortuna ya no los necesito para vivir, entiendo que los premios realmente importantes son aquellos a los que uno no se presenta. Quiero decir: aquellos que a uno le conceden única y exclusivamente por el valor de su trabajo”.
Carmen Gómez Ojea lleva ganando premios desde su primera novela, aunque fue Cantiga de Agüero quien la dio a conocer, ganando primero el premio Nadal el mismo año en el que también se había llevado el Tigre Juan. Bajo su punto de vista, con los certámenes sucede “como con todos los premios, desde los de la lotería hasta los de la tómbola”, es decir, depende de la relevancia. En cualquier caso, no cree que los galardones premien a un autor, sino a un texto en concreto. “Si ese texto funciona de acuerdo con los intereses crematísticos del editor, este sigue manteniéndolo dentro de su cuadra de autores”.
La escritora gijonesa reconoce la valía de los premios al inicio de las carreras literarias. “Sobre todo”, explica, se presenta “gente que está harta de mandar los manuscritos de editorial en editorial sin que les contesten. Ni siquiera la respuesta de cortesía”. Si el autor es desconocido, la editorial puede mostrarse interesada por un texto que ya haya sido premiado. Pero la situación actual lleva a Carmen Gómez Ojea a pensar que los editores hoy no suelen apostar por algo arriesgado y prefieren autores conocidos.¿Son los premios un aval de calidad? “Si el lector se cree semejante cosa es que es muy ingenuo; un candoroso que me da ganas de llorar”. Para ella, hay de todo entre los premiados y en cada libro, y esto sucede en los galardones con buena y mala fama.
Premio Alarcos, Premio Vargas Llosa y Premio Fernando Lara son sólo algunos de los que ha conseguido el novelista Julio Rodríguez, que también fue finalista del Planeta en 2003 por El mayor poeta del mundo . Según su experiencia, los premios sí facilitan la publicación. De hecho, las que él ha publicado “fueron a partir de premios”. De todos modos, no cree “que el premio reconozca necesariamente a la mejor novela o a la mejor obra de poesía”, puesto que las obras que rompen con los esquemas tradicionales parten con menos posibilidades de llevarse el galardón. “Generalmente se tira más hacia lo clásico”.
Después de recibir el Vargas Llosa de novela, Julio Rodríguez no detectó que el interés de los editores creciera. “Ni entonces ni después”, apostilla, con la excepción de la siguiente novela que publicará, El vuelo de la monarca , con la editorial palentina Menoscuarto. “Hay muchos premios, y también algunos que no parecen del todo limpios, con lo que a veces hay algo de confusión. Hay premios que no me atrevería a llamar concursos, sino estrategias de márketing”. En definitiva, piensa que “hay premios que no se pueden ganar”. En todo caso, distingue entre los premios de narrativa y los de poesía, puesto que para los poetas “es prácticamente imposible publicar sin un premio porque apenas se vende; compramos poesía los que la escribimos”.
La ovetense Azucena Álvarez acaba de conseguir su quinto premio de teatro. En los últimos años, sus trabajos en castellano, asturiano e italiano han recibido una veintena de galardones. Aunque manifiesta su deseo de dejar de presentarse a certámenes de literatura, asegura que “como no tengo editorial, no puedo”. Así, cuando acaba un libro busca entre las convocatorias de premios. “No me molesta ganar premios que se consideran pequeños. A veces vale más la calidad que la cantidad”, reconoce. “Vivo cada premio como si fuera el último y siempre voy a recogerlos”.
El currículo de Xaviero Cayargo incluye al menos una edición de casi todos los premios que se han convocado para obras escritas en asturiano. Para él, los galardones sí fueron un empujón, aunque eso se debe en parte a la utilización de la llingua. “Hay que tener en cuenta que prácticamente no existe crítica literaria que se ocupe de obras escritas en asturiano”, explica. Aunque Cayargo cree que los premios ayudan a la publicación, matiza que esta no siempre lleva consigo repercusión y ventas. Bajo su punto de vista, los concursos “ayudan a aquellos que se mueven fuera del mundillo literario, los que van a su aire y no cuentan con ningún tipo de contacto”.
David Artime, ganador del último premio Trabe de narrativa con La bufanda y en dos ocasiones del Arbidel de relatos eróticos, considera que “para un autor que se está iniciando, la vía más rápida de adquirir notoriedad es a través de los premios literarios; garantizan la edición de la novela, que ya es difícil, y consiguen proyección mediática”. La difusión se necesita en cualquier manifestación artística, aclara, pero más en literatura. “Si un libro no tiene cobertura mediática, da igual que se publique o que no”. Esta teoría cobra más fuerza en el caso de las literaturas minoritarias, como la escrita en asturiano. “Un premio anima mucho la difusión”. También puede incentivar la creación e incluso abrir las puertas a traducciones en otras lenguas.
Como ejemplo cita a Kirmen Uribe, ganador del Premio Nacional de la Crítica en euskera por Bilbao-New York-Bilbao , el premio le aseguró varias traducciones. Entre ellas, al castellano, lo que le abrió el camino para el Premio Nacional de Narrativa en 2009.
Fuente: http://www.lavozdeasturias.es/culturas/Juicio-premios-literarios_0_586741394.html