El negocio editorial reescribe sus reglas
Por JEFFREY A. TRACHTENBERG
La economía del negocio editorial está cambiando con tanta rapidez que la industria apenas luce como lo hacía hace seis meses.
La era de las supertiendas de libros, con sus ventanales y mesas abarrotadas, está desvaneciéndose. Muchos de los lectores más entusiastas ya han cambiado el papel por los libros digitales, menos costosos. Los clientes de Amazon ahora compran más títulos para su lector electrónico Kindle que libros de papel y tinta.
Prever la rentabilidad de un libro es un arte misterioso. Pero a grandes rasgos, su versión electrónica es más rentable que la física, incluso a precios minoristas significativamente menores. Esto se debe en mayor parte a los costos de inventario y devolución asociados con los libros físicos.
Sin embargo, por lo menos 80% de todos los títulos comprados siguen siendo de papel, lo que significa que las editoriales aún deben pagar los costos de legado a la vez que construyen su negocio de libros electrónicos.
Mientras las editoriales tienden puentes entre ambos mundos, están reduciendo los adelantos que les pagan a los autores por libros que aún no han sido terminados, limitando las ediciones impresas y recortando costos fijos para reflejar la nueva economía.
Las ventas de libros físicos caen a medida que suben las de las versiones digitales.
"Los adelantos de siete cifras se convirtieron en seis cifras, mientras que los de seis cifras pasaron a ser de cinco", afirma un ejecutivo editorial, y agrega que las impresiones en papel bajaron hasta 25% en comparación a un año antes, según el tipo de libro.