Premios literarios
ALFREDO CONDE
¿CÓMO se concede un premio literario? La respuesta a esta pregunta está implícita en esta otra: ¿literario-literario o de los otros? Empecemos por aquellos.
Generalmente, al final de las votaciones, o ya desde sus inicios y arriba o abajo, hay media docena de títulos que podrían ser objeto de galardón sin que por eso pudiese aflorar la más mínima endotermia en las mejillas de cualquiera de los miembros de jurado. Pero sólo a uno se puede otorgar el galardón.¿A partir de entonces, qué criterios extra-literarios se podrán derivar de aquellos hasta poder llevarse la sardina a la boca, ese arenque ahumado que tanto suele aligerar el vientre? Dependerá del jurado pero, más a menudo de lo que parece, dado que hay varios textos premiables por su calidad literaria y tal circunstancia inhibe la aparición de las que habrían de hacer surgir otras y otras hasta convertir la deliberación en una batalla que, salvo excepciones, nadie desea cruenta, los criterios a seguir son otros; por ej., este tío ya llevó tres premios este año o, este otro, es muy estirado; este es un cabrón con pintas; aquel necesita el dinero más que nadie o este está precisado del mimo que le vamos a dar entre todos y aquí paz y después gloria. Esto en los premios literarios-literarios.
Hay otros, digámosle editoriales, en los que los criterios de los premios ya no son tan ecuánimes y canónicos, a saber: este dirige un telediario y aparece en pantalla; este otro es asiduo de las revistas de corazón y personaje conocido; este otro es amigo de la presidenta autonómica, aquel no se come un rosco y este ya gana demasiado dinero. Como se ve, nace viciada la concesión del premio. Inútil advertir que son preferibles los primeros -en los que los finalistas lo son a favor de valoraciones literarias abandonadas en el último momento cuando, se premie a quien se premie, literariamente ya se ha cumplido- a los segundos en los que las que han prevalecido desde el comienzo son valoraciones comerciales y mediáticas, al margen de la calidad del texto.
La cosa se complica en los territorios dueños de la riqueza que comporta el bilingüismo, pero sometidos a todas las servidumbres político-culturales que se derivan del despropósito de una lengua sometida no únicamente a los avatares de la historia, ese constante vapuleo, sino también a los ukases que con tanta frecuencia son dictados a partir del hecho de que esas lenguas, así de maltratadas por la historia, han caído ahora en manos de políticos y de lingüistas.
¿Es la que se expone una visión excesivamente negra? Puede que sí, pero también puede ser bastante exacta y producto de tantos y tantos años de vida literaria independiente. Es, eso sí y en todo caso, la visión de un optimista con experiencia acumulada; dicho de otro modo, la de un pesimista de la razón y un optimista de la voluntad que no renuncia a soñar en que todo este cúmulo de dislates cambie de una vez, pasado un tiempo, pues nada hay eterno alrededor de la vida, y la literatura, si no es vida, qué puñetas creen ustedes que sea.
Escritor, Premio Nadal y Nacional de Literatura
Fuente: http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/premios-literarios/idEdicion-2011-08-