El libro electrónico y las reticencias de los escritores
La reestructuración parece inevitable
Johari Gautier Carmona
Hace tiempo que la sombra del libro electrónico se ha implantado en el mercado editorial y, con ella, se han avivado los temores del gremio de los escritores. Es evidente que la tecnología está imponiendo sus reglas y que uno de los sectores económicos más tradicionales se está cuestionando profundamente.
La reestructuración parece inevitable y, aún así, las voces inquietas de los autores no dejan de alzarse como si trataran de influenciar a los que, ahora mismo, idean procesos de rentabilización o afinan lo que todavía queda por negociar.
El año pasado, el escritor Mario Vargas Llosa hacía patente un estado de resignación en el que también traslucía un mensaje dirigido a los actores del mercado editorial. En su intervención, el ahora premio nobel reconocía que “el libro electrónico es ya un proceso irreversible” que quizás sirva para acercar la literatura a un público mayor, pero que, en cuanto a la calidad, “ha traído una cierta simplificación y banalización”.
No hay que ir muy lejos para encontrar datos que confirman esa sólida penetración del libro electrónico. La Federación de Gremios de Editores de España publicó recientemente un estudio en el que revelaba el fuerte crecimiento en las ventas (del 37%) aunque, en términos absolutos, el ebook sigue ocupando un espacio marginal con un 2,4% de las ventas totales.