Entre los seres humanos y el resto de especies de mamíferos que pueblan la tierra existen múltiples similitudes. Algunas son aceptadas por todos nosotros, como el sueño, el hambre, el sexo, la reproducción, la enfermedad, el envejecimiento, finalmente la muerte, y no creo que nadie, ni siquiera los taurinos, pueda plantear dudas acerca de algo tan obvio como que los animales experimentan, no solo dolor, sino también miedo, alegría, ansiedad.
ESTHER TUSQUETS 23/01/2011
Entre los seres humanos y el resto de especies de mamíferos que pueblan la tierra existen múltiples similitudes. Algunas son aceptadas por todos nosotros, como el sueño, el hambre, el sexo, la reproducción, la enfermedad, el envejecimiento, finalmente la muerte, y no creo que nadie, ni siquiera los taurinos, pueda plantear dudas acerca de algo tan obvio como que los animales experimentan, no solo dolor, sino también miedo, alegría, ansiedad. Otras se dan únicamente en especies determinadas, y algunas son reconocidas solo por humanos amantes de los animales y que conviven de cerca con ellos, y, dado que yo pertenezco a esta minoría, puedo afirmar con conocimiento de causa que mis perras se aburren como me aburro yo, que necesitan compañía, que se pican si les tomas el pelo, que pueden castigarte con un tenaz silencio -y sin permitirse ni un amago de meneo de rabo- si las has ofendido, que precisan como el pan que comen ser amadas y amar, con dos características, eso sí, en absoluto humanas: primera, te aceptan tal cual eres; segunda, te permiten que las hagas felices.